Hace cinco años inicie la aventura de ser empresaria. Reflexionando en cómo llegue a ese momento me confirma las vueltas que da la vida. En realidad pasaron muchas cosas…
Fue en el 2001 cuando conocí a mi socia Lourdes por medio de mi amiga Gloria (a quién estaré eternamente agradecida). Años después mi papá me sugirió sacar la licencia de traductora oficial y le hice caso.
No fue hasta el 2013 cuando Luly me invitó a su nuevo proyecto (forever grateful too) que estaba armando con Jesús, a quien no conocía.
Pero ya no se trata de cómo llegue a este punto. Se trata de la relación que hemos creado. Ya sabemos cómo nos gusta trabajar individualmente y lo que tenemos que hacer como equipo. Personalmente siento que los dos me complementan enormemente. Lo más seguro es que entre los tres nos complementamos. Uno me centra cuando tengo dudas y el otro me levanta cuando arrastro la manta. Para que no digan que suena muy bonito para ser verdad, también he querido ahorcar a ambos (seguro ellos a mí también).
Sé que este no es “nuestro proyecto” si no el proyecto de Dios para nosotros. Un proyecto donde he aprendido a confiar en Él, a ser paciente, a servir y a agradecer por exactamente todo (y mucho más).
Que Dios nos bendiga y nos mantenga unidos cumpliendo su proyecto.
Gracias, Jesus y Lourdes, por montarme en esta montaña rusa.
IB
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